El tacto en bebés de 0 a 6 meses

En los momentos inmediatos al nacimiento, la piel de tu bebé estará en contacto con la tuya. El niño reposará seguro en tus brazos y respirará de forma más acompasada. Esta es su primera experiencia de aprendizaje: el contacto afectivo contigo. Y tú también aprenderás cosas: el placer de acariciar suavemente esa piel sedosa y delicada y el efecto tranquilizador que tiene tu contacto, a través del tacto en bebés de 0 a 6 meses.

Como el bebé tiene el sentido del tacto ya desarrollado en el momento del nacimiento,  pero no ha tenido demasiadas ocasiones para experimentar sus diferentes sensaciones, este sentido es crucial para su percepción del mundo. Ya antes de poder ver con claridad, recoge datos de su entorno a través del tacto. En el momento del nacimiento pierde el contacto con su medio líquido habitual, el templado líquido amniótico donde se ha desarrollado y conoce por primera vez la sensación de desnudez en contacto con el aire exterior.

Es importante evitar que un bebé recién nacido se enfríe secando su piel húmeda y envolviéndole con un arrullo previamente templado de tejido natural como el algodón y colocándole nada más nacer en tus brazos, favoreciendo un contacto inmediato con la cálida piel de su madre, cuyo olor y contacto el recién nacido reconoce de inmediato. En parte se debe a que ha nacido tratando de entender el mundo que le rodea y en parte a que tu contacto intensifica sus respuestas inmunes y retarda la liberación de hormonas estresantes. De este modo, el bebé está más tranquilo y alerta.

Y los bebés que permanecen alertas son capaces de aprender más. Afortunadamente, la evolución ha programado a los padres para tocar a sus bebés todo lo posible. El desarrollo del bebé se acentúa estando cerca y gozando de la protección y admiración de las personas que le quieren.

Aprendizaje emocional

Aunque sus efectos pueden sentirse de forma literal en la piel del bebé, el tacto también le beneficia psicológicamente. Fomenta su seguridad y bienestar emocional. ¿Cómo?

El bebé prefiere estar cerca de ti porque, estar en tus brazos le confiere seguridad, le hace sentirse bien, como cuando estaba en el útero. Para obtener protección, calor y alimento depende de otras personas. Es por ello que en sus primeros meses, su única manera de atraer la atención es quejarse o llorar. Con sus lloros consigue ser tomado en brazos, acariciado, calmado y alimentado. El resultado es una menor tensión y un menor número de horas de llanto. El mundo es un buen lugar para vivir. Aprendizaje físico.

El tacto tiene cuatro componentes que ofrecen un verdadero tesoro de información. El contacto con la piel permite al bebé localizar un objeto o una persona. La sensibilidad térmica le permite aprender qué es el frío y el calor. La sensibilidad al dolor le permite sentir el daño (y por lo tanto aprender a evitarlo). Y una combinación de sensaciones cutáneas e información muscular y articular permite al bebé conocer su cuerpo: apretar las manos, patalear o echarse boca arriba o boca abajo.

Tengo frío, tengo calor

A través del lenguaje corporal, el bebé te dirá si tiene frío o calor. Un bebé abrigado adecuadamente duerme más y alarga sus brazos y piernas para disipar calor corporal. Un bebé cuando siente frío suele despertarse fácilmente y moverse más para generar calor interno. Hay que evitar que el bebé vaya excesivamente abrigado, ya que puede favorecer la muerte súbita del lactante; o una excesiva sensación de sed con su consecuente riesgo de hiperalimentación o de aparición de erupciones en la piel provocadas por una sudoración excesiva. Experimentos recientes indican que los bebés muy pequeños pueden distinguir lo frío de lo caliente y mostrar su preferencia por uno u otro. En uno de estos experimentos, se colocó un vaso caliente junto a la mejilla de un bebé y se obtuvo una respuesta instintiva: el bebé se giró en la dirección del contacto con la boca abierta, listo para comer. Ante un vaso frío, el bebé retiró la cara. Posteriormente, los bebés desarrollan esta sensibilidad térmica en las manos. ¿Quién dice que los bebés no saben lo que quieren o cómo decirlo?

No me encuentro bien

El bebé puede experimentar dolor, aunque no lo recuerde. ¿Cómo sabrás si algo le duele? Lo sabrás porque llorará muy fuerte, con un tono agudo muy distinto del tono grave que utiliza para indicar que está hambriento. Tú y tu bebé sabéis por experiencia lo bueno que es tu contacto para aliviar sus molestias. Es por ello que desde el principio, esta inteligente personita confía en ese contacto para resolver un problema específico. Y tú estarás encantada de complacerle.

Puedo ver

Al principio, el recién nacido se sirve del tacto, de una forma casi mágica, para "ver" con su boca. Un bebé tiene en su boca el doble de terminaciones nerviosas que en las puntas de sus dedos y es capaz de distinguir las cosas sin verlas, llevándoselas a la boca.

Esto se ha demostrado con un sencillo experimento. Unos bebés de uno y dos meses chuparon, sin verlos, dos chupetes diferentes: uno liso y otro con relieve. A continuación, se les mostraron chupetes iguales pero más grandes. Los pequeños se quedaron mirando más tiempo el chupete que habían chupado que el que no.

No es de extrañar que el bebé desde las primeras semanas de vida hasta la edad preescolar se meta en la boca todo lo que pueda. Se trata de aprender a través del tacto. La boca actúa como el primer órgano táctil de descubrimiento sensorial del entrono del niño, independientemente de que sienta hambre o de que se encuentre en plana erupción de sus dientes de leche.

Las manos

Incluso antes de nacer, el bebé utiliza sus manos para tocar todas las partes de su cuerpo, sobre todo su cara, pero también las cosas que encuentra dentro del útero, como el cordón umbilical. Después de nacer, el bebé parece alargar las manos para tocar cosas, pero todavía está dando palos de ciego. Y si consigue agarrar algo, es un reflejo, como cuando aprieta tu dedo con su manita.

Sin embargo, a las diez semanas ya es capaz de distinguir los objetos que tiene en sus manos. Y alrededor de los tres meses, comienza a desarrollar su propia capacidad prensil. El bebé también aprende a calmarse chupándose las manos después de mirarlas durante largos momentos, lo que puede estimular su salivación, no significando ello que tenga molestias en su boca o encías.

El contacto con el peque

Para los bebés prematuros, el tacto tiene un valor terapéutico: estimula el aumento de peso, que es esencial para ellos. También reduce su estrés. En un estudio, los bebés prematuros que recibían tres masajes al día no apretaban tanto los puños ni hacían tantas muecas como los que no recibían masajes.

Los masajes suaves son relajantes para todos los bebés, no sólo los prematuros. Favorecen la salud emocional gracias a la intimidad y el calor que se consigue con unas suaves caricias. Y a las mamás también les gusta.

El poder del tacto

A medida que crece el bebé, aprende a regular sus sensaciones y a elegir lo que prefiere. Tú ya sabes que el suave contacto físico es muy favorable para el niño: ahora se anticipa al contacto contigo moviendo sus brazos y piernas con excitación o llorando. Cuando nota tu contacto, se calma y mira alrededor con los ojos bien abiertos y alerta. También puede que exprese su placer con gorgoritos e incluso con una sonrisa.

El tacto permite al bebé distinguir entre distintas clases de objetos y procesar sus formas, texturas, localización y temperatura, en su esfuerzo por comprender mejor el mundo que le rodea. Desde el punto de vista emocional, tu bebé y tú aprendéis a conocer el poder del contacto afectivo para hacer más agradables la vida y el aprendizaje.

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