Visita médica de control: 12 meses

Tu hijo ya tiene un año, es una fecha muy importante que sirve de referencia para evaluar los avances de tu pequeño, ¿gatea? ¿Intenta levantarse? ¿Balbucea?

¡Es hora del control del primer año! Tu bebé estará más inquieto y preocupado que nunca por el hecho de ser examinado. Seguramente en la consulta de tu pediatra hay muchos juguetes llamativos para que los niños jueguen, pero no te sorprendas si tu hijo quiere permanecer cerca de ti cuando su pediatra se acerque. Asimismo, aunque es posible que antes haya tolerado bien el examen, esta experiencia le gustará menos. No te preocupes: es normal.

Vacunas

Tu bebé recibirá varias vacunas durante las visita entre los 12 y 18 meses. No sirve de mucho advertir a un bebé tan pequeño sobre las vacunas, ya que su sentido del tiempo y su comprensión son limitados. Percibirá cualquier aprensión que tengas en tu voz o gestos. Procura tener en brazos a tu bebé y distráelo, si es posible, con una canción o con un juego. Si mantienes la calma y el bebé percibe tu apoyo, no se sentirá tan alterado.

Dado que tu bebé será vacunado varias veces en esta visita, es recomendable administrarle una pequeña dosis de paracetamol para la fiebre o el dolor.

Puedes tomar una decisión con respecto a la vacuna contra la varicela. Analiza este tema con tu pediatra.

Es probable que en esta visita su pediatra:

  • Pese y mida a tu bebé. Su ritmo de crecimiento empezará a disminuir a partir de ahora. Consulta en dodot.com la gráfica de crecimiento.

  • Le coloque a tu bebé la siguiente serie de vacunas (probablemente DTaP, Hib, la vacuna contra la polio, - a los 18 meses-, Triple Vírica - a los 15 meses- y quizás la vacuna contra la varicela).

  • Responda a todas tus posibles preguntas sobre vitaminas, suplementos y la dieta de tu pequeño.

  • Atienda cualquier inquietud sobre el crecimiento o el peso de tu bebé.

  • Hacia el año de vida, prácticamente habrá triplicado el peso que presentó al nacer. En su segundo año, tu bebé crecerá en forma más lenta, pero constante.

  • Si tu bebé se ve demasiado regordete, es posible que esté tomando mucha leche. Tu pediatra te dirá si el peso de tu bebé no es proporcional a su estatura y si es necesario que modifiques su dieta. Los pequeños que comienzan a caminar no necesitan una "dieta", sólo un menú más saludable.

  • Pregunta si es conveniente de ofrecer demasiado zumo de frutas, ya que muchos problemas nutricionales son resultado de un bebé que se ha convertido en adicto al zumo.

Datos que el pediatra querrá saber

Todos los bebés son distintos, de ahí que cada bebé se desarrolle a su propio ritmo. Aún así, es aconsejable conversar con tu pediatra acerca del desarrollo individual de tu bebé.

Tu pediatra te hará diversas preguntas, por ejemplo:

  • ¿Has llevado a tu bebé a otro pediatra desde la última visita? Si es así, ¿cuál fue el motivo de la consulta? ¿Cuál fue el resultado de esa visita? ¿Te recetaron otros medicamentos o tratamientos?

  • ¿Le ha salido algún diente al bebé? Si es así, ¿cuántos?

  • ¿Puede ponerse de pie sin ayuda y alejarse de su punto de apoyo? ¿Es capaz de desplazarse de un lugar a otro?

  • ¿Camina sólo o cogido de la mano?

  • ¿Puede decir algo más que "Mamá" y "Papá"? De ser así, ¿qué?

  • ¿Usa palabras incomprensibles y escucha conversaciones? ¿Es capaz de imitar algunas cosas?

  • ¿Se vuelve al escuchar su nombre y cuando se mencionan objetos que le son familiares?

  • ¿Señala con el dedo las cosas que quiere o las que quiere mostrarle?

  • ¿Juega, por ejemplo, al "¿Dónde está?" y "Así de grande" o hace gestos con sus canciones favoritas?

  • ¿Juega con objetos usando ambas manos al mismo tiempo?

  • ¿Come con sus propias manos o bebe de un vaso?

  • ¿Trata de imitar acciones conocidas como barrer o lavarse la cara?

  • ¿Sabe buscar objetos escondidos?

Habla de todo

  • Exámenes complementarios. Si a tu bebé le practicaron anteriormente exámenes de audición o de visión por algún motivo especial, recuérdaselo a tu pediatra. Puede ser un buen momento para realizar algunos exámenes complementarios.

  • Enfermedades contagiosas. Si alguien en tu hogar o que frecuentemente tiene contacto con tu bebé tiene una enfermedad infecciosa grave como la tuberculosis, hepatitis o meningitis, es posible que sea necesario realizarle exámenes a tu bebé.

  • Enfermedades, medicamentos o urgencias recientes. Si tu hijo está tomando algún medicamento o ha debido acudir a urgencias por alguna razón después de su última visita, informa a tu pediatra. Lleva consigo el informe o los medicamentos recetados.

  • Disciplina. Tu pediatra puede orientarte sobre el tema de la disciplina, una inquietud que manifiestan la mayoría de los padres de niños de esta edad. Es recomendable recibir algunos consejos en esta visita, ya que es probable que la conducta de tu pequeño se vuelva un tanto más difícil. En lo posible, haz que todos los miembros de la familia participen en esta conversación con tu pediatra.

  • Problemas familiares. Informa a tu pediatra si se ha producido algún trastorno familiar importante; por ejemplo, cambio o pérdida del trabajo, algún fallecimiento, divorcio o cualquier cosa que pudiera generar tensión en la familia. Esto afectará a tu bebé y querrás averiguar cómo ayudarle a sobrellevarlo.

¡No te reprimas!

Es posible que tanto tú, como tu pediatra, queráis abordar ciertos temas de especial interés. Informa a tu pediatra si tu pequeño:

  • No puede o no quiere usar sus piernas para sostener el peso de su cuerpo.

  • En algunas ocasiones, uno o ambos ojos de su pequeño se desvían.

  • No usa ambas manos de igual manera.

  • No usa ninguna palabra real, no sabe su nombre o bien no balbucea ni habla su propio idioma de bebé.

  • No gatea ni se desplaza hacia delante de alguna forma.

  • No parece sentir curiosidad, felicidad ni se muestra vivaz la mayor parte del tiempo o no intenta interactuar con personas que le son familiares.

  • No siente temor frente a los extraños ni ansiedad frente a una separación (el temor y la ansiedad en estas situaciones son normales a esta edad).

  • No señala las cosas con su dedo.

  • Parece tener problemas con su visión o audición.

  • Ha perdido alguna capacidad que antes sí tenía.

  • No come solo.

  • Con frecuencia se atraganta o hace arcadas, babea o le cuesta tragar líquidos.

* Artículo realizado por la Dra. Suzanne Dixon.

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