Listos para leer: Estimular la lectura en niños de 12 a 36
La senda hacia la lectura comienza en la infancia, cuando los niños adquieren el amor por las palabras, la pasión por la narración de cuentos y la maravilla de compartir las experiencias de la vida con los seres queridos por medio de las palabras.
Los miembros de la familia pueden fomentar el amor y estimular la lectura con actividades que desarrollen estas habilidades e intereses. A continuación encontrarás algunas sugerencias para convertir la lectura en una parte esencial de la vida de tu hijo:
Transfórmate en un comentarista de noticias. Relata al niño los detalles del día, lo que haces con él e incluso lo que estás leyendo en su presencia. Con ello, estableces un vínculo entre las palabras y los acontecimientos, es decir, le estás ayudando a aprender los elementos típicos de un cuento.
Hojea libros con ilustraciones junto al niño. Desde muy temprana edad, comienza a mostrarle libros como objetos amenos y entretenidos. Acepta los breves lapsos de atención de tu hijo; cada interacción de este tipo alentará en él el amor por los libros.
Observa, señala y luego identifica las imágenes. Los niños pequeños, cuando se inician en el mundo literario, aprenden primero a dar vuelta las páginas, luego a mirar los dibujos en forma general, después a observar dichas imágenes conforme se nombran, a señalar posteriormente los dibujos indicados y, por último, a identificar las ilustraciones por sí mismos.
¿En qué tramo de ese recorrido se encuentra el niño? ¿Puedes impulsarlo a que dé el próximo paso? No le exijas si no está preparado, sin embargo, puedes motivarlo a que siga adelante en caso de haber desarrollado las capacidades adecuadas.
Léele al niño sobre cosas cotidianas. Lee las etiquetas de los alimentos, las señales de tráfico, los menús de los restaurantes. De esta forma, el niño asimila gradualmente la utilidad de las palabras, así como un creciente interés por ellas.
Siempre lleva un libro contigo. Pon uno o dos libros de cuentos en el bolso de los pañales y en el automóvil, para los bebés más crecidos o los niños pequeños. El hábito de llenar cada momento de su existencia con libros y tenerlos siempre a mano sirve para que ellos se acostumbren a verlos como una parte normal de sus vidas.
Id juntos a la biblioteca. Fija estas salidas con regularidad. Deja que el niño escoja un par de libros y tú también selecciona otros tantos. No te olvides de la hora del cuento. Incluso antes de que el niño pueda permanecer sentado durante todo el relato, él comienza a entender que ésta es una actividad especial y entretenida.
Solicita un carné de lector en la biblioteca. En cuanto el niño cumpla 2 años, haz una visita especial con él a la biblioteca para solicitar su propio carné. Dale al carné un tratamiento acorde con su calidad de premio con una funda y un lugar especial donde guardarlo.
Aprende poesías y canciones. Los niños experimentan con los sonidos del lenguaje que rima, lo que aumenta su interés por las palabras y los sonidos. Las poesías acompañadas de gestos ayudan a relacionar las acciones con las palabras que las identifican. La poesía infantil también estimula este conocimiento y amor por el lenguaje.
Regala libros. Cada vez que tengas la oportunidad, regala un libro a cada niño que conozcas. Luego hojea el libro junto al niño. Mantén esa biblioteca en un lugar especial, pero accesible.
Haz preguntas. Los niños desarrollan el lenguaje con mayor rapidez cuando se les pide que lo usen. Después de hacer una pregunta, espera hasta que el niño tenga la respuesta preparada; dale tiempo. Confirma lo que él quiere decir, usando algunos términos que él no conozca. Presta más atención al sentido que a las palabras específicas.
Fija una hora del día para conversar, pero elige un horario que no se cambie. Hable de cómo transcurrió tu día y pídele al niño que te cuente su parte. Lo anterior es un tipo especial de narración.
Transforma el automóvil en un lugar de conversación. Aprovecha los viajes con el niño para hablar de lo que ves por la ventana, adonde vais, lo que pasó antes de salir, etc. Este tiempo dentro del vehículo le permite al niño desarrollar las habilidades del lenguaje. Después será el lugar donde se revelen secretos, temores, preocupaciones y esperanzas. Tendrás que apagar la radio y el teléfono móvil para que este momento no deje de ser especial.
Averigua los datos que no sepas. Cuando surja alguna duda, por ejemplo, la hora en que comienza una película o el estado del tiempo, ve a buscar esa información y léesela al niño. Esto le enseña cómo se averiguan las cosas y se resuelven problemas a través de la lectura.
Enséñale las conexiones entre las distintas letras. Ayuda al niño de 3 años a aprender "su" inicial, "la J de Juan". Ayúdale también a encontrar su inicial en textos impresos, así como el sonido en las cosas de uso cotidiano, por ejemplo, "la J de juguete". Dado a que él se siente el centro del universo, como es normal a esta edad, se pueden presentar otras letras en torno a "su" propia inicial.
Cuéntale un cuento antes de dormir. Haz de los cuentos, tanto leídos como contados, parte del ritual de la hora de acostarse desde la infancia. Nunca lo castigues dejando de contarle un cuento antes de dormir; esta actividad debería ser sagrada.
Cuéntale su propia historia. Usa álbumes de fotografías del niño como inspiración para que hable sobre el acontecimiento retratado. Las vacaciones de verano o el viaje a la casa de la abuela bien pueden transformarse en una obra de ficción, pero, al mismo tiempo desarrollan en él un sentido por la narración.
Conviértete en un transcriptor. Pídele al niño que te dicte historias para que tú las escribas o bien escribe una carta para un amigo o pariente. Dile que garabatee su firma o que escriba su nombre lo mejor que pueda. Su habilidad para escribir irá por detrás de su imaginación durante muchos años, por ello, no permitas que eso lo cohíba. Ayúdale a poner por escrito sus pensamientos, sin olvidarse de que son valiosos y que la palabra escrita es la forma en que otros pueden conocer sus ideas.
Usa CD. Para el niño en edad preescolar avanzada, los libros que incluyen CD para seguir los cuentos le ayudan a descubrir la relación entre la palabra oral y la escrita. Él puede volver atrás una y otra vez y leer con el casete, pero no permitas que los CD reemplacen la lectura en persona con tu hijo.
Lee haciendo participar a tu hijo. Pregúntale lo que viene a continuación, por qué un determinado personaje hace algo o cómo se siente este personaje. No esperes una larga narrativa como respuesta, pero mantenlo interesado en el desarrollo del cuento o de la trama. Pregúntale si desea cambiar de cuento. Pídele al niño que te lo "lea" si está familiarizado con él. No le corrijas a menos que él te lo pida.
Pon especial atención en el uso de los ordenadores. Existe una gran diversidad de paquetes de programas de distinta calidad para enseñar a leer. Busca aquéllos que no sean netamente instructivos, pero que incentiven el aprendizaje de dichas habilidades preparatorias para la lectura, como identificar formas, clasificar figuras y aprender letras.
Otros paquetes que valen la pena incluyen aquéllos que le permiten al niño contar un cuento usando imágenes, aquéllos con moldes de letras que le ayudan a crear su propio libro, así como los que traen una pieza de sonido que lee un cuento al mismo tiempo que va destacando las palabras en la pantalla.
Considera el estimulo del interés por la lectura como algo importante al elegir una guardería. Busca una institución en donde se le dé gran importancia al diálogo directo con los niños, a las preguntas, al hábito de la lectura y a la disponibilidad de libros. Visita el lugar antes de inscribir a tu hijo para comprobar si reúne esas cualidades.
Sé un buen ejemplo. Cada vez que vayas a la biblioteca, lee tú mismo y escoge tus propios libros. En toda la casa debe existir un ambiente propicio para la lectura, con libros, revistas y periódicos por todas partes.
No dejes que el sol se ponga sin haber abierto un libro. Asegúrate de que los libros formen parte de la vida cotidiana del niño. No dejes pasar ni un solo día sin leer un libro, un poema o un cuento.
Artículo realizado por la Dra. Suzanne Dixon.
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