Normas básicas de conducta y comportamiento de 0 a 36 meses

Los padres tenemos una gran influencia en el comportamiento de nuestros hijos, tanto en las conductas adecuadas como en las inadecuadas. Enseñarles a respetar las normas y a obedecer no es tarea fácil, pero estamos en condiciones de influir positivamente e incidir en su correcto desarrollo tanto psicoafectivo como social. Vamos a enumerar algunos comportamientos habituales en los adultos que dificultan el aprendizaje adecuado de las normas básicas de conducta.

Límites confusos y poco claros

Hemos de explicarles de forma muy clara lo que está permitido y lo que no. Los niños han de saber lo que se espera de ellos, hay que dejar muy claro cuáles son los límites ya que son los mensajes que comunican nuestras reglas y definen el equilibrio de poder y autoridad en nuestras relaciones.

No cumplir nuestras advertencias

Hemos de explicar previamente qué ocurrirá si traspasan ese límite y nos ponen a prueba, es decir, qué consecuencia habrá al transgredir esa norma o advertencia. Evidentemente siempre; hemos de cumplir con nuestras advertencias, si no el mensaje que transmitimos a nuestros niños es que nuestras palabras a veces se cumplen y a veces no, con lo cual la tendencia del niño será siempre probar a ver qué ocurre, es decir, si vamos en serio o no.

Recompensar las conductas inadecuadas

Las consecuencias que se aplican después de una mala conducta son las que determinan la probabilidad de que esa conducta se repita en el futuro o no. Es decir, si la consecuencia de la conducta inadecuada es de alguna forma una recompensa para el niño, dicho comportamiento tenderá a repetirse. Ejemplo: Marta llora cuando se le manda a dormir, le prometemos que le leeremos un cuento si se va a la cama y deja de llorar. Resultado: Marta llorará siempre hasta que no le contemos un cuento a la hora de irse a la cama.

Pedir lo que nosotros no hacemos

Nosotros somos los modelos a imitar. Difícilmente podremos pedir a los niños que no hagan aquello que nosotros hacemos, es decir, no podemos castigar, dándole un azote, a nuestro hijo mayor que ha pegado al pequeño, ya que nuestro mensaje verbal y nuestra actuación son contradictorios, estamos sancionando nuestros propios actos.

No reforzar las conductas adecuadas

Es importante prestar mucha atención cuando los niños nos hagan caso a la primera o sigan una norma sin darnos problema alguno, será entonces el momento para expresarles nuestra aprobación. Cuando prestamos atención a un comportamiento sea o no correcto estamos influyendo directamente en su futura aparición. En consecuencia si atendemos a las conductas correctas e ignoramos las inadecuadas estaremos influyendo directamente en un cambio de comportamiento. La atención de los padres, las palabras de elogio y aprobación, las caricias o los premios en general, dispensados por la realización de una conducta correcta de los hijos, aumenta la probabilidad de que se repita y se perfeccione.

Ser incoherentes

Los mensajes de actuación tanto del padre como la madre han de ser los mismos. Difícilmente conseguiremos resultados satisfactorios si no hay consenso entre ambos, el niño tenderá a hacer caso al mensaje que más le interese según sus preferencias o necesidades.

Personalizar la mala conducta

Los niños no se portan mal para "fastidiarnos", sino que están aprendiendo qué es lo que está bien y mal. Son nuestros mensajes y las consecuencias que aplicaremos si no se cumplen, lo que les enseña a mejorar su conducta. Si pensamos que su comportamiento está dirigido directamente a nosotros dejaremos de ser eficaces educativamente.

En definitiva, para ayudar a los niños y niñas a entender que las normas se han de cumplir y que en casa las ponen los padres, es necesario que dichas normas sean claras y concretas, adecuadas a su nivel de edad; tendrán que saber qué les ocurrirá si las intentan transgredir y siempre deberemos cumplirlo. Para aumentar y/o mantener un comportamiento adecuado será necesario que le demos una atención especial al niño cada vez que se produzca y dejaremos de prestar atención a aquellos comportamientos inadecuados que únicamente reclaman nuestra atención en negativo. Por otro lado hemos de pensar que somos el modelo de nuestros hijos y que aprenden directamente de nuestra conducta, sea correcta o no.

PREGUNTAS Y RESPUESTAS SOBRE ESTE TEMA:

1. Mi hijo de 2 años y medio muerde y pega a sus compañeros de guardería. Por las tardes cuando vamos al parque, lo hace también con los niños del barrio. ¿Cómo puedo solucionarlo?

Es frecuente que niños de esta edad utilicen como recurso para solucionar sus conflictos la "agresión" física con los iguales. En cuanto al parque, es muy importante que le dejes muy claro previamente antes de ir lo que esperas de él, es decir, que no ha de pegar ni morder a sus amigos, y lo que le ocurrirá si lo hace, es decir, os marcharéis del parque inmediatamente.

Si lo aplicas a diario y si sobretodo lo cumples, el niño perderá el privilegio de la diversión en el parque a causa de un mal comportamiento que él ya sabrá cuál es. Es posible que reduzcas la frecuencia de los incidentes y le estarás enseñando al niño lo que es aceptable y lo que no.

Por otro lado sería interesante que hablaras con su maestra y averiguaras la frecuencia de dicho comportamiento, cuándo se produce y cómo lo solucionan.

2. Mi niña de 3 años es muy movida e inquieta, nunca para y es imposible que juegue tranquila, que coma sentada o que haga caso a la primera sin chillar. Tengo que repetirle las cosas 5 ó 6 veces y las últimas siempre son chillando.

Todavía es normal que un niño a los 3 años sea movido y le cueste centrarse. Los adultos en ocasiones hemos de reflexionar sobre cuántas instrucciones u "órdenes" damos a los niños durante el día.

En ocasiones a ellos se les hace incompatible la gran cantidad de cosas que han de realizar durante la jornada y las consignas que han de seguir, con sus verdaderos deseos inmediatos, como puede ser jugar con aquel juguete que han descubierto de nuevo o entretenerse con cualquier cosa que en ese momento han encontrado interesante o atractiva.

Para conseguir que nuestros niños sigan de forma más efectiva nuestras advertencias hemos de priorizar cuáles son las que valen la pena insistir y cuáles no, cuáles son importantes para su aprendizaje y desarrollo. Para asegurarnos que han escuchado las normas o consignas que consideramos importantes podemos preguntarles si lo han entendido y que lo repitan. Han de ser a esta edad órdenes claras, breves y relevantes. En el caso de que haya una negativa, será necesario aplicar un castigo o consecuencia a la niña.

3. Cuando no cedo a las demandas de Carlos, mi hijo de 7 años, me insulta y es agresivo verbalmente conmigo. Es entonces cuando me dice que prefiere estar con su padre que le da todo lo que le pide.

Lo que el niño pretende es hacerte sentir mal para que cedas a sus peticiones insinuando que si lo haces te va a querer mucho más. Has de tener muy claro lo que le permites y lo que no y no confundir los sentimientos con las normas educativas. Tienes que estar de acuerdo con su padre con respecto a las normas para que no os manipule con los sentimientos. A partir de ahí actúa en consecuencia.

4. Según mi pediatra, mi hija de 4 años ha de ser capaz de vestirse sola por las mañanas, pero va muy lenta y todos los días acabo vistiéndola yo para ir más rápido y que no haya una guerra. ¿Estoy haciéndolo bien?

La niña sabe perfectamente que no ha de esforzarse en vestirse sola ya que finalmente tú le vas a ayudar. Una forma de que los niños no sean competentes es hacer por ellos más de lo necesario. Para fomentar su responsabilidad y confianza hemos de hacer menos, nunca más. Con frecuencia, ni tan siquiera nos damos cuenta de todo lo que hacemos y de lo que ellos pueden hacer por sí mismos si les damos la posibilidad de intentarlo.

Seguro que la niña puede vestirse y asearse de forma autónoma si le das el tiempo necesario para hacerlo y si tú no intervienes. Una solución un poco incómoda a priori pero eficaz a largo plazo es despertaros un poco más temprano, dejarle la ropa e invitarla a que se vista sola, si ella ve que tú no le ayudas, a la larga acabará adquiriendo el hábito sin problemas. Dale su tiempo.

5. Tengo una hija de 5 años y un niño de 3. La niña es muy dócil y ha sido muy fácil criarla. En cambio, el niño tiene mucho carácter y monta unas pataletas de media hora. ¿qué se puede hacer para parar las rabietas?, cada vez son peores.

Las rabietas son propias a los 3 años de edad y responden normalmente a niños de temperamento difícil. Una buena forma para que vayan desapareciendo de forma progresiva es retirar nuestra atención de forma inmediata cada vez que se produzca una.

Esto significa que cuando el niño ante una negativa o cuando algo no le guste, haga una rabieta, tú y las personas que estéis en ese momento no tenéis que prestarle ninguna atención. No hay que hablarle, ni tocarle, ni prometerle nada si deja de llorar, no hay que hacer nada. Hemos de esperar a que se le pase sin ningún tipo de atención, y así sucesivamente. Si el niño comprueba la poca utilidad de sus pataletas, utilizará otros métodos para conseguir sus propósitos.

6. Cuando era pequeña, mi madre nos daba algún cachete de vez en cuando y esto no me ha creado ningún problema de mayor. Ahora que tengo hijos (uno de 2 y uno de 6), lo hago en ocasiones de mucha rebeldía y me ha funcionado. ¿Es una buena opción?

El castigo físico es humillante para los hijos, hiere sus sentimientos, les enfada y provoca resistencia a la cooperación. En el caso que consigan cambiar una conducta será porque sentirán miedo y no porque hayan aprendido a comportarse mejor o a respetar una norma. En ningún caso es recomendable ni eficaz.

7. Si mi hijo de 5 años no recoge los juguetes se los retiro temporalmente para que aprenda a recoger, esto a veces funciona y a veces no. No entiendo qué es lo que pasa, qué es lo que falla a veces.

Aplicar consecuencias es parte de un proceso de enseñanza y aprendizaje. El hecho de que se hayan de repetir las consecuencias "instructivas" muchas veces no significa que sean ineficaces. Es cuestión de tiempo y de ser muy persistentes. Si le retiras el juguete al niño, que no sea por mucho tiempo ya que lo que queremos es que relacione el hecho de no recoger con la pérdida del juguete, por lo tanto si pasa mucho tiempo, es posible que el niño no recuerde qué pasó con el objeto y no haya servido de nada tu esfuerzo.

8. Lara, nuestra hija de 13 meses se pasa el día llorando. Se ha acostumbrado a pedir lo que quiere implorando con sollozos. Le explico que no debe hacerlo pero sigue igual. ¿Qué se hace en estos casos?

La niña ha aprendido a pedir las cosas mediante el lloriqueo y no dejará de hacerlo si le prestáis atención al hacerlo. Todavía es pequeña para reflexiones educativas, teniendo en cuenta su edad es mucho más efectivo hacer caso omiso a sus peticiones con lloros y prestarle muchísima atención cuando se dirija a vosotros de forma adecuada. Si sois persistentes en esta pauta de conducta, en poco tiempo abandonará el lloro ya que no conseguirá sus objetivos.

9. Tengo 2 niños de 5 y 3 años, se pelean constantemente por cualquier motivo y es muy difícil que jueguen de forma tranquila sin que haya conflictos. Me paso el día repitiéndoles una y otra vez que han de llevarse bien y compartir las cosas. ¿Cómo puedo hacérselo entender?

La razón por la cual no cooperan tus niños es simple, no tienen por qué hacerlo, dicha cooperación es opcional, no necesaria. No hay nada que les haga responsables de su propia conducta ya que tú has confiado en la persuasión para hacer comprender tu mensaje.

Tienes que estar dispuesta a apoyar tus mensajes con consecuencias. Es decir, por ejemplo, explicarles que cada vez que peleen tendrán que jugar separados, en habitaciones distintas, ya que no están preparados para compartir el juego de momento. No es necesario que te enfades, ni grites, cuando surja el conflicto entre ellos, los separas físicamente, y así en cada ocasión. Es una buena forma para que los niños entiendan su responsabilidad y las consecuencias negativas de su comportamiento.

10. Clara, mi única hija de 4 años, nos monta cada día una pataleta para ir a dormir. De momento lo hemos solucionado dejando que vea la TV con nosotros en el sofá hasta que se duerme y después la llevamos a su cama. No podemos continuar así.

Es preciso que sepáis el motivo por el cual la niña no quiere dormir sola. A los 4 años son frecuentes los miedos nocturnos asociados con la oscuridad como la presencia de monstruos en la habitación o ladrones que entran por las ventanas.

Si ese es el caso, la debéis tranquilizar y acompañar a su habitación, establecer un ritual antes de dormir, como explicarle un cuento y dejar una pequeña luz encendida, así como dejarle muy claro que vosotros estáis cerca para darle seguridad. Poco a poco la niña debe habituarse a irse a dormir de forma autónoma. Si tenéis muchas dificultades, consultad con un profesional.

11. Mi hija de 4 años y medio consigue que siempre ceda a sus demandas. Cuando quiere alguna cosa, insiste hasta que se le concede y si no quiere hacer algo se niega, no hay manera de que cambie. Me gustaría saber cómo puedo conseguir que me haga caso.

Está claro que sin mala intención estás siendo extremadamente permisiva con la niña y ella lo sabe. Si los niños se dan cuanta que nuestros mensajes y nuestros límites son poco claros y no les interesa cumplirlos, tenderán a ponernos al límite hasta que cedamos, y así tantas veces como ellos quieran. Es imprescindible que para que la niña te tome en serio tengas primero tú claro qué es lo que le permites y qué es lo que no, a partir de ahí actuar en consecuencia y no ceder.

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