El entrenamiento para el orinal desde el punto de vista de un niño

Si bien los padres a menudo piensan en sus propias dificultades cuando entrenan a sus hijos para el uso del orinal y un adecuado control de los esfínteres, resulta aún más desalentador pensar en lo que experimenta un niño durante el proceso de aprendizaje. Al comprender la perspectiva del niño, podrás aclarar tu función como profesor y ayudarás a tu hijo a tener éxito.

La vida es injusta.

Desde su punto de vista, al niño se le exige renunciar a una parte de sí mismo cuando usa el lavabo; es algo que él ha hecho y debe dejar en un lugar arbitrario. Usar el baño significa interrumpir el juego, que es la mejor parte del día para él, para dedicarse a una actividad que lo desorganiza y le quita tiempo. Si sus heces son duras o lo han sido en el pasado, el proceso puede ser incluso doloroso e incómodo.   

Terrores en el lavabo.

Un niño tiene que lidiar con la humillación e incluso con el terror de que su preciosa producción se vaya por el váter para no verla nunca más. Las demás cosas que él hace se exhiben con orgullo… ¿Por qué ésta tiene un destino tan diferente?

De este proceso se derivan algunas preguntas inquietantes: ¿podría el resto de él tener el mismo destino? Si cae al váter, ¿no lo tragarán también esos ruidosos remolinos de agua y nunca más se sabrá de él? ¿Adónde va exactamente todo eso? ¿Qué hay más allá del váter? ¿Habrá un monstruo allá abajo, listo para agarrar su trasero en cualquier instante? Esta última creencia es prácticamente universal entre los niños con hermanos mayores quienes, a menudo, gozan tremendamente aterrorizando a sus ingenuos hermanos y hermanas menores.

El resultado final.

Después de evacuar con éxito, se ve forzado a limpiarse (¡puff!) y luego lavar sus manos, tarea que pocos niños realmente disfrutan. Luego, tiene que luchar por subirse los pantalones correctamente, sin torcerlos y con cada pierna en el agujero correspondiente. Resulta aún peor si sus pantalones tienen broches, cremalleras o botones.

En su prisa por terminar su tarea y volver a jugar, la mayoría de los niños pequeños aprenden rápidamente que subir una cremallera puede ser un asunto muy arriesgado. Si ha mojado o manchado levemente su ropa interior porque cometió un error de coordinación, entonces tiene que volver a ponérsela y esperar que los adultos no lo noten o bien enfrentarse a sus quejas.

Si ellos se dan cuenta, significará que tendrá que reconocer un fracaso parcial y exponerse a las miradas de decepción de quienes parecen darle tanta importancia al asunto. Él quiere complacer a mamá y a papá y se pregunta si lo seguirán queriendo en caso que no pueda terminar esta molesta tarea de la forma correcta. Era tan fácil dejar que los pañales se hicieran cargo. ¿Por qué toda esta preocupación y perturbación ahora, si la vida era tan simple antes?

Tantas cosas que recordar, riesgos que correr y tiempo que dedicar, sólo para complacer a quienes más quiere. Para él, todo parece tan extraño, complicado, inquietante y lleno de posibilidades de estropearse. Cumplir con todo es realmente un logro tremendo de su parte. ¡Sin duda se sentirá muy bien cuando domine el entrenamiento para el control de esfínteres! Reconoce lo que ha hecho para complacerte a ti y, en última instancia, para sentirse bien consigo mismo.

Artículo realizado por la Dra. Suzanne Dixon.

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